martes, 4 de junio de 2013

CUENTO PARA NIÑOS Este pequeño cuento lo escribí para un niño listo que no le da miedo la oscuridad y le gustan las historias de espantos. Aclaro que no tiene mayores pretensiones más que motivar a Damián a que lea y al parecer se logró el objetivo; en breve le escribiré otro cuento. LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES EN MIXCOAC Por Fernando Dosta Para Damián Estaba con mi hermana en esa casa sola, se iba acercando la noche y cada vez acechaba la oscuridad. Mi hermanita empezaba a tener miedo, yo trataba de mantener la calma pues sabía que debía protegerla, ella tan chiquita, tan vulnerable. Mi madre me dijo claramente que yo debería cuidarla pues siendo el hermano mayor, tengo más experiencia y soy más fuerte. Ya estaba totalmente oscuro, la noche nos envolvía como si tuviera unos brazos negros y enormes, me daba una sensación de escalofrío y el silencio era absoluto, se podía oír apenas un ligero soplar de viento. Tomándola de la mano subimos por la escalera hasta nuestra recámara, yo no quería que se asustara más mi hermanita, tenía que convencerla de que estábamos seguros que no nos pasaría nada y que la Karla llegaría pronto. Y el silencio siguió… y siguió… y siguió… ¡CRAAASH!. ¡Un ruido de repente!, Denia brinco sobresaltada, yo volteaba para todos lados tratando de saber de dónde venía ese ruido, Denia señalaba con su manita hacia la escalera, sólo señalaba, no hablaba, estaba un poco asustada y al tiempo se pegaba a mi para que la protegiera… ¡CRAAAAASH!. ¡Más fuerte el ruido, más claro, al fin supe de dónde prevenía ese ruido, sentí un frío sobre mi espalda que llegaba a mi cuello, sentía un sudor helado recorriendo por mi espalda, hubiera querido cerrar los ojos pero recordando las palabras de mi madre que me dijo que cuidara a mi hermanita, lograba sacar valor de no se dónde. Después… un silencio, ni siquiera le viento se oía, sólo silencio, pero de ese silencio que preferirías hubiera mucho ruido, daba miedo… Pero no me sentía a gusto y Denia seguía asustada, ya empezaba a llorar y me decía que ya quería que Karla llegara pronto a la casa, pero aún tardaría mucho. Eran mucho los nervios y miedo que sentíamos a pesar de que yo me mostraba valiente ante mi hermanita, que ella me decía que quería salirse de la casa. Yo también lo deseaba, creía que era lo mejor pero que equivocado estaba… No aguantando más nos salimos, nunca lo hubiéramos hecho, una vez afuera la puerta se cerro de golpe y vimos a la calle y había alguna gente, algunos niños… o eso creíamos. Cuando nos acercamos a la gente vimos que no eran normales, que tenían la mirada perdida, que caminaban lento y sólo dando vueltas, eran… eran … ¡Eran muertos vivientes!. ¡Qué horrible!. No creí que eso pudiera ser, cuando los vimos bien creo ellos también nos vieron y empezaron a acercarse lentamente hacia nosotros y Denia empezó a llorar, se abrazaba a mi fuertemente y por eso no dejaba libre mis movimientos, yo le decía a Denis que se calmara, que estuviera lista para correr pues podía ser peligroso que nos agarraran esos muertos vivientes, pero eran muchos, muchos, cada vez más. Como sea empezamos a correr por los matorrales, los cuerpos a pesar de ser lentos sentían que se acercaban cada vez y fue cuando le dije a Denia que nos brincáramos la barda pues era la única forma de liberarnos de esas bestias. Corrimos como pudimos y pusimos piedras como escalones para poder alcanzar la barda y poder brincarla, ya mero nos tocaban las espalda y poniendo apenas las últimas piedras logré agarrar a Denia y la impulsé hacia el otro lado de la barda, yo le seguiría, eso andaba cuando siento una mana agarrándome de un tobillo, no podía brincarme, ya me sentía perdido y empecé a patear al muerto viviente y Denia gritaba y gritaba -¡Damian, Damian apúrate!. -En eso, cuando ya estaba por vencerme vi que Denia agarro fuerzas de no sé donde y empezó a lanzar piedras con tan buena puntería que golpeó en la cabeza del que me tenía agarrado y logré zafarme y brincar la barda. Pronto echamos a correr tomados de la mano y pidiendo que mi madre no llegara a la casa pues correría peligro. Íbamos ya saliendo de la colonia cuando vimos que se acercaba un carro rojo, sí, era el de mamita, y atrás de ella venían otros carros con gente que iba a aniquilar a los muertos vivientes. Karla nos vio y paró el carro, nos subimos y nos abrazó con mucho amor y nosotros ya nos sentimos seguros, Denia lloraba de alegría y le decía a nuestra mami los peligros que pasamos, yo le dije que Denia me había salvado y gracias a ello ya nos encontrábamos los tres juntos. Finalmente los muertos vivientes fueron eliminados y los vecinos, todos, regresaron a sus casas nosotros también. Después de ese episodio seguimos siendo felices y nos explicaron que eso pasa porque muchos niños se portan mal y al ser muchos, muchos, hacen energía negativa. Yo por eso me porto bien.